Aunque les parezca extraño, en algunos países se preocupan de la ciencia. No se preocupen, aquí estamos a salvo. Nos interesa mucho más que las fábricas (y casinos) se instalen aquí y para ello proporcionamos leyes laxas, a medida, mano de obra barata y obediente y terreno libre. No estamos preparados para genererar ciencia, conocimiento, investigación; desarrollo económico y social al fin y al cabo. En esos países, decía, se preocupan de que sus alumnos estén bien formados. Son su mejor inversión de futuro. Los que mantendrán la economía nacional cuando, llegado el momento, sean adultos y profesionales cualificados. Esos países se toman estos temas muy en serio y promocionan este tipo de estudios desde la infancia. Son paises que se toman muy en serio el fracaso escolar, las bajas calificaciones en ciencias y están decididos a mejorarlas.
Que un país pierda poco a poco sus buenos médicos, ingenieros, profesores, investigadores, científicos… gente de ciencia en general, genera alarma a todos los niveles. Pero no aquí. España no solo está pediendo a los profesionales altamente cualificados, formados con dinero público que sin embargo generarán riqueza en otros países, sino que asistimos impávidos al desmantelamiento del frágil tejido investigador y de la enseñanza pública que tanto esfuerzo y tiempo ha costado tejer. Si fuésemos egoistas nos tendríamos que preguntar quién nos pagará las pensiones y sustentará el estado con sus impuestos cuando nuestros hijos sean los adultos en un país pobre. Si tuviésemos verguenza nos preguntaríamos sobre el futuro que preparamos a nuestros hijos sin una educación pública y de calidad que les proporcione un trabajo digno. Como somos unos necios, solo tratamos de aguantar el chaparrón, mirando a otra parte mientras el gobierno dilapida nuestro bien ganado bienestar social en aras de un sector bancario saneado.
No quiero tirar por ahí porque me caliento y pueden salir sapos y culebras de este teclado. Prefiero continuar con esos países a los que les importa mucho la ciencia. El día que este blog sea político le cambiaré el nombre. Mientras tanto, expeduquemos, que algo quedará…
En esos países, continúo por fin, han acuñado un acrónimo para referirse a este tipo de iniciativas que promueven el cambio de chip. STEM, Science, Technology, Engineering and Maths. En realidad es algo más complejo que Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, pero ya saben la facilidad que los anglosajones tienen para sintetizar conceptos. Según dicen, los nuevos retos tecnológicos del siglo XXI requieren de un esfuerzo extra para formar a los científicos y profesionales que lleven el conocimiento un paso más allá.
Se acabó que las matemáticas son difíciles y aburridas, o que las ciencias naturales no molan. Aprovechando las nuevas tecnologías se pueden crear talleres, clubes, actividades extraescolares, incluso trimestres dedicados a algún proyecto tecnológico que muestre a los jóvenes lo interesante que es la ciencia. Se crean programas específicos de trabajo, proyectos, competiciones, se promocionan las colaboraciones entre colegios, institutos… incluso a nivel nacional. En USA las iniciativas STEM se han convertido en un asunto de estado, tomando una dimensión colosal. Prácticamente no hay estado que no disponga de planes de acción específicos para colegios e institutos. Igualito que aquí.
Me topé con los programas STEM americanos mientras buscaba prácticas sencillas y recursos para montajes de mecánica utilizando piezas Lego. Con el tiempo he descubierto la dimensión real y la preocupación de la administración americana por sacar adelante las generaciones mejor preparadas y más entusiastas para afrontar los desafíos científicos y tecnológicos venideros. Con la perspectiva que da el año que llevo escribiendo en expeduca y el otro que participé en GrupoPues, compruebo con gusto que comparto inquietudes con miles de entusiastas. Muchos son los proyectos que se me ocurren y espero desgranarlos poco a poco en este blog.
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