¿Qué le pasa a mi Galaxy Ace?

Buenas de nuevo, estimadísimos lectores. El tema de hoy es un poquito más técnico de lo que estamos acostumbrados en expeduca, pero visto el éxito de teléfonos Android de gama sencilla como el Samsung Galaxy Ace y todos sus primos, merecía documentarse y preparar un especial.

Estos teléfonos son la gama de consumo más extendida, los que habitualmente sirven de entrada al mundo de los smartphones. Unos porque tocaba renovar, otros por tener Whatsapp de una vez y no quedarse descolgado socialmente, muchos son los que acaban con un aparato de estos en las manos y con poca o nula idea de como proceder. Lo más habitual es que algún «entendido» en la materia te haga un pin-pan y te ponga cuarto y mitad de aplicaciones. Ya os hablé de ello en un artículo anterior. Ahora, quiero ir un poquito más allá y explicaros porqué es mejor no pasarse e instalar lo que realmente vayamos a utilizar.

En primer lugar, la curva de aprendizaje es tan rápida que nos creemos los jefes de la barraca en dos días. Dominamos el aparato y hemos instalado un porrón de aplicaciones. Hemos pasado de despotricar de un teléfono táctil que no queríamos, porque lo nuestro era llamar y hablar, a disponer de una suerte de navaja suiza electrónica sin la que no podemos vivir.

Pero poco dura la alegría en casa del pobre (y me entenderéis enseguida). A los pocos días de desenfreno instalador, aparece un odiado icono con forma de disco duro, que nos advierte de que nuestro dispositivo está agotando su espacio. Suenan sirenas, alarmas, ¡¡nos atacan!!, ¡¡a los refugios!! … se acabó lo que se daba, de donde no hay no se puede sacar, etc… y es lo que pasa por tener un smartphone barato.

Entiéndanme lo de barato, no piensen que es malo. Siguiendo con el ejemplo del Ace, es un teléfono que puede encontrarse libre rondando los 150€, mientras que la gama alta brinca los 600€. Para un smartphone, créanme que es barato. Por otra parte, para quien no necesite el poder del Anillo Unico, esta gama de teléfonos debería ser más que suficiente, pero es que uno se emociona, se crece y pasa lo que pasa: hay miles de aplicaciones y todas estupendas y super-útiles, ¿verdad?. Creo que se podría comparar con las teles modernas. Cuando metes en casa la de 37″, al poco tiempo te das cuenta de que las de 40″ ó 42″ quedarían mejor. Pues eso mismo pasa con estos teléfonos, que cuando has aprendido a sacarle jugo, has alcanzado el límite del aparato.

Una parte muy grande de culpa la tienen los fabricantes, que no divulgan los valores reales de la memoria de sus artilugios. Otra parte (pequeñita), el consumidor, que ajeno a tecnicismos, compra productos de electrónica sin el asesoramiento o conocimiento adecuado. Y otra parte, la de muchos enterados que oyen campanas (y poco más) y se dedican a ejercer una labor apostolar con increible capacidad de desinformación. Aquí el que escribe no es un gurú, pero creo que nos las apañaremos dignamente para exponer los tipos de memoria que existen en un aparato android y sus respectivos cometidos. Intentaré mantener un compromiso entre ser riguroso y asequible. Empezamos:

Memoria Interna: Se la llama Flash, ROM, NAND… es la memoria en la que se almacena el sistema operativo, con sus programas básicos, sus servicios y librerías. Si alguno de ustedes ha cambiado la ROM del sistema (o como dicen por los foros, flasheado el teléfono) lo que ha hecho ha sido acceder a esa memoria (cuidado, riesgo de quedarnos con un bonito pisapapeles) para sustituir el sistema operativo.

Memoria RAM: La que utilizan las aplicaciones para ejecutarse. Siguiendo la máxima Linux, memoria que no se usa es memoria desperdiciada. Por eso, Android no borra la memoria RAM aunque hayamos abandonado el programa. Es más rápido recuperarla si volvemos a él que volver a cargar todos los datos. En caso de abrir otras aplicaciones que requieran más memoria de la que queda libre, el propio sistema le reasigna la que estaba ocupada. Por ello, los responsables de Android han desestimado siempre el uso de task killers, programas que monitorizan el uso de memoria RAM del sistema y liberan aquellas regiones correspondientes a aplicaciones ya cerradas. Personalmente siempre los he considerado un desperdicio de espacio, tiempo de proceso y batería. Tan solo consideraría su uso en casos en los que el terminal tenga tan poca memoria que el propio entorno gráfico se ralentice o sufra tirones con frecuencia.

 

Almacenamiento interno: Para esta memoria existe un antes y un después de Android 4.0, conocida como Ice Cream Sandwich. Hasta ese momento, la memoria de almacenamiento interno se dividía en dos: Parte servía para instalar nuevos programas y parte para almacenar música, fotos, videos, documentos en general. La razón de esa separación estaba justificada por la necesidad de cumplir con el protocolo de Almacenamiento Masivo USB. Cada vez que conectamos el teléfono a una computadora, accedemos a esos datos como si de una memoria USB estandar se tratara. Ese tipo de conexión se establece en exclusiva, de modo que el teléfono pierde el control sobre ella mientras esté conectado. Así pues, en aras de salvaguardar los programas del usuario, es necesario mantenerlos separados. Además, para cumplir con el estandar USB, la memoria debía estar en formato FAT, distinto al usado internamente por Android. En teléfonos de gama alta no había problema, la memoria era abundante y el espacio para aplicaciones, generoso. Como siempre, en las medianías está el conflicto. Cuando nos hacemos con un Ace (o similar) y le metemos cuarto y mitad de aplicaciones, el espacio mengua rápidamente y más pronto que tarde aparece el icono de almacenamiento insuficiente. En un momento atacaremos el problema.

A partir de ICS (Android 4.0 en geek), el protocolo utilizado para acceder a esta memoria se denomina MTP. Desarrollado por Microsoft (curioso, yo todavía no salgo de mi asombro), elimina el requerimiento de uso en exclusiva y de formatos FAT, permitiendo que programas y documentos compartan la totalidad del almacenamiento interno. Lo he podido comprobar en mi tableta, con 16 GB de memoria interna, en los que tengo más de 2 GB de programas instalados. Impensable para dispositivos con Gingerbread o versiones anteriores. Por cierto, si están tan cabreados como yo con la desconcertante falta de soporte oficial para conexiones MTP en distribuciones Linux, dense una vuelta por aquí. Después de probar muchas recetas, esa web me ha solucionado el problema.

Todo esto está muy bien, pero ¿cómo conseguimos más espacio para instalar aplicaciones en teléfonos gama media?. Para empezar, apelo al uso racional del aparato, asumiendo las limitaciones de espacio del dispositivo.

Para continuar, recomiendo desinstalar las actualizaciones que hayan descargado de los programas de Google que vienen preinstalados de fábrica. Me explicaré: Gmail, Google Maps, Búsqueda de Google, Youtube… son aplicaciones del Universo Google que vienen instaladas en la ROM (recuerden), como parte del sistema operativo, de modo que no consumen espacio de almacenamiento interno para aplicaciones. El problema reside en que nada más identificarnos con nuestra cuenta de Gmail y entrar en Google Play, nos recomiendan instalar las actualizaciones disponibles para todas ellas. Peeeeeeeeeeeero como la región de memoria destinada al sistema operativo es intocable, ¿saben donde se almacenan estas actualizaciones?. ¡Correcto!, en la preciada particion para aplicaciones. Creanme, para un terminal de esta gama se puede pasar perfectamente sin estas actualizaciones. En el caso del Ace de mi colega Carlos (un fuerte abrazo, compañero), supuso pasar de 19 MB libres a 42 MB, más que de sobra para seguir tirando. En caso de que quieran probarlo, solo tiene que ir a Ajustes, Aplicaciones, Administrar Aplicaciones. Allí podrán seleccionarlas y desinstalarles las actualizaciones.

En caso de que aún con esta receta sigan teniendo poblemas de espacio, les emplazo a que estudien algún foro especializado en Android, del estilo de HTC Manía, en el que encontrarán expertos consejos y guías sobre como trucar el móvil. Se basan en particionar la tarjeta microSD que seguramente tienen ya en el móvil, para luego mapearla en el sistema como una extensión del almacenamiento interno de aplicaciones. Si están dispuestos a asumir los posibles riesgos que entraña el proceso, les recomiendo se hagan con una tarjeta de memoria de al menos Clase 6 (mejor Clase 10, son todavía más rápidas). Las habituales (a buen seguro la que tengan en el móvil) son Clase 4 y no dan suficiente velocidad, provocando una merma del rendimiento del terminal.

Ya ven que no todo está perdido. El ingenio humano no tiene límites. Disfruten de su aparato Android con mesura.

Saludos.

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